COMO ANILLO AL DEDO.
Sé que no es una colección común, pero por algo se empieza.
Puede que mis tarros estén manchados por su sangre, pero mi corazón también.
Ya son más de diez veces las que me he casado, así que tengo una colección bastante completa.
Mis amigos me preguntan por qué no he cogido solo el anillo y yo les contesto siempre lo mismo:
-Me robaron el alma. Y yo… el anillo y el corazón.
(Irene Fernández)
LA VISITA.
Soy sorda de nacimiento, pero juraría haber oido un ruido.
Me levanto de la cama con cuidado.
La luz no funciona y no tengo el móvil a mano, me tocará bajar las escaleras a oscuras.
Tropiezo con algo que no llego a distinguir y maldigo en voz baja por el golpe.
Me pongo en pie.
Las luces del pasillo de la planta baja se encienden.
Parpadean.
Puedo notar un líquido espeso en las manos y el metálico olor de… la sangre.
Miro al suelo tintado de su rojizo color y a mi compañera de piso, con la que anteriormente me tropezé.
Al final del pasillo, dos gemelas con los vestidos cosidos y cuchillos en mano se aproximan hacia mi con cada parpadear de la luz.
Ya están aquí.
(Irene Fernández)
PAREDES.
No me queda mucho.
Llevo un día andando por este pasillo sin agua ni comida.
Por mucho que corro, ando, gateo y me arrastro… no consigo ver el final.
Me siento asfixiada.
Estoy rodeada por paredes blancas sin ventanas, puertas, cuadros…, pero aún así noto como me vigilan.
Será cosa mía.
No.
Unos pasos se aproximan.
No puedo moverme.
Lo tengo encima.
Estoy acabada.
(Irene Fernández)
MIRADAS.
Se que no están vivos, que no pueden hacerme nada, pero aún así; noto sus miradas.
Cada esquina que doblo, pasillo que cruzo, cada paso que doy…
No hay manera; aunque me vaya, me esconda, cierre los ojos… Nada.
Ellos, siguen mirandome.
Lo noto, y algún día; moriré por sus miradas, si no lo estoy ya claro.
(Irene Fernández)
A LA ESPERA.
Llevo meses observándola.
Me enamoré desde el primer día que la vi.
Su manera de actuar me fascina.
Cada secuestro que ha llevado a cabo y ha terminado siendo una noche de fiesta…, hace que sueñe con ella.
Desearía despertarme cada mañana con ella a mi lado y esa sonrisa preciosa que se le dibuja en el rostro al abrirle el pecho a sus amantes.
Esos besos tan lindos que les dedica en las heridas y terminan empapándole los labios de sangre.
O los pequeños mordisquitos que les propina antes de acabar con ellos a besos, caricias y moratones.
Espero ser su siguiente víctima.
(Irene Fernández)
LA CHICA MATEMÁTICA.Capitulo 1